Tarde o temprano llega la retroalimentación. Y en la mayoría de los casos llega cuando menos preparado estás para recibirla o incluso cuando el que la hace, tiene una carga emotiva muy fuerte y negativa.
La retroalimentación es la evaluación o experiencia sobre mi trabajo, acciones o resultados de ellos, de mi desempeño dentro del estudio, deporte, institución, incluso de tu labor como voluntario o donador de una institución.
Si un cliente te compra es una retroalimentación positiva de que tu producto o servicio le sirve y/o le parece bueno. Si te llaman la atención, levantan una queja de un producto o hay una devolución en una entrega es una retroalimentación negativa.

La retroalimentación llega aunque parezca que no hasta el silencio es retroalimentación.

Lo que yo recomiendo es, si siempre llegará la retroalimentación, mejor pídela. Asegúrate de tener un proceso de seguimiento a tus clientes, donde puedas conocer ¿cómo va con tu producto?, ¿qué resultados ha tenido?, ¿cómo va la persona que recomendaste?, ¿cómo está tu trabajo?, en fin todo lo que te sirva para identificar la satisfacción de tu cliente y te ayude a mejorar cada día.

¿Pedir retroalimentación? ¿Cómo?.
Preguntar de forma concreta y clara. Escuchar la respuesta atentamente. Escuchar para entender, no para responder. Agradece la información. Es muy valiosa en tu proceso de mejora. Evita justificaciones o culpar a otros.

¡Cuidado! No es verdad absoluta, contrasta con otras opiniones, pero siempre reconoce que esta persona siente eso hacia tu producto o servicio. No lo tomes personal, reconoce que la retroalimentación es a la acción, no a la persona.
Pedir retroalimentación es un requisito para la mejora de tu producto, servicio o empresa. Pedirla es la parte sencilla. ¿estás preparado para escucharla?

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