Muchas de las empresas que deben cerrar prematuramente, no necesariamente lo hacen porque el producto o servicio es malo o desconocido sino por algunas creencias que al no ser contrastadas o evaluadas pueden llevar a la quiebra al negocio.

Te quisiera mencionar algunas creencias de las que creo más importantes para que trates de evitarlas:

El día que abra el negocio los clientes llegarán solos: Si no representas a una marca muy conocida o no tienes un producto de alto consumo, difícilmente los clientes se abarrotarán sobre tu local a comprar. La gente ahora tiene muchísimas opciones para comprar, muchos productos sustitutos, compras a través de Internet y además tienen poco tiempo para pensar que se va a detener en tu local a comprar. Por lo que es necesario que la venta no sea en tu local sino en el lugar donde el cliente se encuentra. Toma en cuenta la mercadotecnia para que el mercado te conozca lo antes posible. Ofrece el mejor servicio posible para que le facilites la compra a tu cliente. No te confíes en que el cliente va a llegar a buscarte o a buscar tu producto o servicio.

Creencia de que el dinero de mi empresa es mío: Cuando los dueños o socios de la empresa piensan que el dinero de la empresa es de ellos. Eso es un gran error. El dinero de la empresa es de la empresa, y ellos deben recibir un sueldo o reparto de utilidades al final del período pero no deben estar tomando dinero de la empresa en todo momento pues la pueden descapitalizar y le pueden robar el flujo para su capital de trabajo lo que haría que la empresa se “asfixiara” por la falta de recursos y no pudiera continuar adelante.

Creencia de que el éxito ha sido alcanzado: A veces cuando la empresa empieza a obtener utilidades, los propietarios sienten el éxito y comienzan a abrir otros negocios sin consolidar el primero, creyendo que el éxito ha sido alcanzado. Este puede ser un gran error, pues en la gran mayoría de los casos, la empresa aunque tenga utilidades aún tienen muchas carencias como son: la falta de procedimientos claros, la institucionalización del liderazgo y de la cultura. La empresa en esos momentos, por lo general, no cuenta con sistemas robustos de administración con lo que se puede perder el control fácilmente. Además si el fundador se distrae con otros negocios corre el riesgo de estar disperso, desenfocado, y por lo tanto la cantidad de tiempo y el nivel de energía que se dedique al negocio puede ser mucho menor lo que podría provocar que los problemas no se atiendan a tiempo o de la manera adecuada. La suma de este desenfoque y la pérdida de control puede ser fatal para la empresa.

Creencia de que la cultura de la empresa va a ser como el fundador desea aunque él no esté presente: todas las empresas tienen una cultura, aunque no siempre la que hubieran deseado o imaginado. Para que una empresa logre la cultura que desea el fundador, éste debe estar presente y asegurarse que los hábitos, reglas, políticas, trato al personal, ritos y todo aquello que conforma la cultura se lleve a cabo como se ha establecido. En cierta forma se parece a la manera como se va conformando la cultura de una familia, donde los padres se aseguran de que se respete todo aquello que se considere valioso y adecuado para el desarrollo, crecimiento y trascendencia de la familia. De no cuidarse adecuadamente el desarrollo de la cultura dentro de la empresa, puede derivar en luchas internas, guerras de poder, falta de comunicación, falta de interés en el cliente, falta de cuidado con el recurso económico, etc., que puede derivar en pérdidas económicas que por lo general van erosionando lentamente y poco a poco el capital de la empresa hasta un punto que cuando te des cuenta puede ser demasiado tarde y muy difícil darle la vuelta.

Creencia de que vender más es mejor siempre: Sin ventas una empresa no puede existir, pero cuando la estructura de la empresa aún está en formación o es aún débil, el forzar demasiado “la maquinaria”, incrementando las ventas de una manera acelerada puede ser desastroso si no se está preparado pues se corre el riesgo de quedar mal con los clientes al no poder entregarles lo prometido, o de que no alcance el capital de trabajo pues seguramente los niveles de inventario en proceso crecerán lo cual es un costo y las cuentas por cobrar también, incrementado la necesidad de dicho capital de trabajo. Si no se cuenta con él la empresa se puede estrangular fácilmente hasta que debe dejar de operar por falta de recursos. Si se va a tener un crecimiento acelerado en ventas, debe asegurarse que se cuenten con los recursos suficientes para financiar el inventario y las cuentas por cobrar.

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